dismorfofóbico

Dismorfofobia

TRASTORNO DISMORFICO CORPORAL

La enfermedad de Michael Jackson y el punto de vista de la Terapia Breve

Nuevos tiempos traen consigo nuevos problemas, hace cincuenta años era impensable hablar de un trastorno mental que una de sus consecuencias podría consistir en demandar operaciones estéticas constantemente, con el fin de corregir rasgos físicos que no sean del agrado de uno mismo. Hasta hace 20 años el que quería parecer más atractivo, tenía que contentarse con ir al Gimnasio o intentar con algo de maquillaje disimular aquello que no le gustaba o que quería cambiar. Sin embargo, con el avance de la medicina estética pueden realizarse transformaciones que antes eran impensables. Por desgracia en estos casos, como en muchos otros, aquello que puede hacer mucho bien (la cirugía estética) puede al mismo tiempo, si se usa de forma incorrecta, dañar generando nuevos trastornos mentales. La medicina estética en sí es algo bueno, útil y valioso pero el uso excesivo o inadecuado puede volverla realmente dañina y peligrosa.

Desde la TERAPIA ESTRATEGICA a la hora de analizar un trastorno, utilizamos más un” diagnóstico operativo”, que un diagnóstico descriptivo, nos fijamos en cómo opera el trastorno en la persona, es decir, como se introduce en él/ella y cómo le hace comportarse, como modifica su forma de percibir en relación consigo mismo, con los demás y con el mundo donde vive. Partimos de la base que sabiendo cómo funciona podremos saber cómo eliminarlo, para nosotros de alguna manera es más útil saber el cómo que saber el porqué.

En los problemas de la mente es muy difícil buscar un porque, generalmente son más de uno e incluso conocer las (presuntas) causas de nuestros problemas no es por sí mismo garantía de poder resolverlos. No podemos volver atrás y corregir el pasado: tan solo podemos intervenir en aquello que el pasado ha producido en el presente. Además, lo que a menudo originó el guión en el pasado (lo que podríamos llamar el proceso de formación del problema) no tiene nada que ver con sus modalidades de persistencia en el presente. Desde este punto de vista, (diagnóstico operativo de la terapia breve estratégica) podemos observar que la persona que sufre este trastorno se fija en una peculiaridad estética que rechaza, que vive como un tormento, capaz de desencadenar reacciones de pánico tan solo con cruzarse con un espejo o una mirada indiscreta y vuelca, por tanto, en la medicina estética sus esperanzas en superar el problema. La idea patógena de tener una inaceptable deformidad estética es únicamente una fijación mental, la mayoría de las veces conectada a problemas de relación con los demás y a una profunda inseguridad.

La mente se aferra a la explicación de un defecto estético como fundamento de estos problemas y a la ilusoria esperanza de que, desaparecido éste, todo se arreglará milagrosamente.

El dismorfofóbico tiende a aislarse

El dismorfofóbico tiende a aislarse del contacto con los demás para evitar el sufrimiento y las crisis de pánico desencadenadas al sentirse observado y juzgado. Se inicia así una cadena de intervenciones correctivas, nunca resolutorias, que exacerban la patología psíquica de la persona; esta encontrará siempre algo que añadir al propio aspecto. Es justo en este momento donde la patología se instala más profundamente en la mente, ya que se pasa de verse mal y pensar que con cirugía estética se arregla, a que la ilusión de la solución quirúrgica y la intervención siguiente activan una serie de reacciones en cadena que raptan totalmente los pensamientos de la persona, que vive la necesidad constante de calmar la reacción de pánico desencadenada por la idea del defecto estético. La solución que la persona propone a su problema (la operación) se transforma en un nuevo problema que requiere una nueva solución, la cual construye un posterior problema y así sucesivamente en una escalada que, a menudo, lleva a efectos concretos realmente trágicos: deformaciones reales, producto de las series de intervenciones estéticas correctivas que quizás arreglan un detalle, pero descompensan la armonía del conjunto.
dismorfofóbico
Lo que de una forma casi inevitable envuelve esta sucesión de acontecimientos es que el dismorfofóbico, instalado en su firme convicción, primero tiende a aislarse del contacto con los demás para evitar el sufrimiento y la crisis de pánico desencadenadas al sentirse observado y juzgado. Tras este primer estado, se decide a pedir ayuda desesperadamente a los familiares y es ahí cuando les propone como única solución a su sufrimiento, realizarse una operación estética. Los familiares, aunque comprende que el problema es claramente psíquico y no físico, tarde o temprano acaban cediendo a la petición, ya que el sufrimiento que manifiesta es realmente extremo. Además, estos pacientes rechazan de pleno la psicoterapia ya que ellos están convencidos de tener un defecto estético real y no una errónea y patógena percepción de sí mismo. Todo esto hace difícil el tratamiento de esta patología y generalmente acuden a terapia como último remedio o recomendados por un cirujano plástico.

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