¿Estamos todos locos? o ¿Estamos todos cuerdos?
El experimento de David Rosehan
A principios de 1970 David Rosehan, propuso un experimento con el que quería precisamente ver hasta qué punto influía el diagnóstico previo a la hora de juzgar a un paciente. El propósito que querían comprobar era ver si los psiquiatras detectarían la ausencia de enfermedad o si por el contrario el juicio a emitir estaría plagado de presunciones.
Rosehan junto a ocho amigos de los cuales tres eran psicólogos, uno estudiante de posgrado, otro pediatra, un pintor, una ama de casa y él mismo; y les pregunto si tenían algo que hacer le próximo mes, si tendrían tiempo para fingir una enfermedad que les interne en un hospital mental y una vez dentro ver lo que pasa. Ver si los psiquiatras de las instituciones son capaces de decirles si están cuerdos.
Los falsos pacientes tras unos días de práctica y de dejarse el pelo largo, no lavarse, fomentar el mal aliento etc., tenían que presentarse y decir aproximadamente: “oigo una voz que me dice zas”. Rosehan eligió esa queja, porque en toda la bibliografía psiquiátrica no se encuentra ni una sola referencia a pacientes que oyeran voces tan netamente de cómic.
Respecto al resto de preguntas que les pudieran hacer en la entrevista clínica, salvo el nombre y la profesión debían responder con total sinceridad, es decir, solo manifestaban como enfermos en el síntoma de oír la voz, no debían fingir ningún otro síntoma. Una vez ingresados, si los admitían, debían declarar que habían dejado de oír la voz y que se encontraban bien. En cuanto a la posible medicación que les diesen la instrucción era no tragarlas, esconderlas bajo la lengua para luego tirarlas. Los componentes del experimento fueron diagnosticados de esquizofrenia paranoide.
Rosehan y sus cómplices recibieron terapia; cuando hablaban de las alegrías, las satisfacciones y las decepciones de la vida normal (recordamos que no fingieron nada más que el síntoma con el que se presentaron) todos comprobaron que su pasado era interpretado en coherencia con el diagnóstico
Hombre blanco de unos 40 años de edad, con largo historial de ambivalencia en las relaciones íntimas, falta de estabilidad afectiva, aunque afirma tener buenos amigos, etc.
David Rosehan
Según publicó más adelante el propio Rosehan, este tipo de conclusiones estaban totalmente determinadas por el diagnóstico previo de esquizofrenia. Sus palabras se habrían interpretado de una forma distinta si se hubiera sabido que el hombre era normal.
Lo curioso es que los otros pacientes del hospital parecían saber que los actores del experimento estaban cuerdos, ya que todos contaron anécdotas donde los internos se les acercaban y les hacían comentarios del tipo “tú no estás loco”. Es como si los locos detectaran mejor a los cuerdos que quienes los trataban medicamente.
Mientras permaneció interno Rosehan obedeció todas la ordenes, se mostró colaborativo, ayudo a los demás, jugaba a los juegos de mesa y tomó muchas notas, actividad que fue etiquetada por los médicos como conducta escritora, y la consideraron como un síntoma propio de la esquizofrenia paranoide.
Un buen día tal como le habían ingresado, de esa forma tan arbitraria, le dieron el alta. A partir de ahí fue sacando a los colaboradores de los distintos centros donde estaban, dando por finalizado el experimento.
Rosehan había experimentado en sus propias carnes, la crueldad de los manicomios, había confirmado que la psiquiatría estaba enferma. Se preguntó cuanta gente podría estar en la misma situación que han estado ellos, cuantos puedes ser diagnosticados de esquizofrenia erróneamente, se le medicarían y retendría contra su voluntad en todo el país. ¿acaso la etiqueta de locura, engendraba locura?
*Para más información: Slater Lauren “Cuerdo entre los locos; Grandes experimentos psicológicos del siglo XX”